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No ha existido ni existe lugar que el poder no controle como convenga a sus fines, sin importar las consecuencias que caigan sobre la población. Sabemos que fuera del primer mundo los abusos violentos son continuos y flagrantes, y pensamos que a nosotros jamás podría sucedernos nada parecido salvo catástrofe. Estamos muy equivocados. A nosotros también nos maneja el poder, sólo que con métodos diferentes.

Miguel_Soler

«Estimulación temparana (de 0 a 4 años)». Cascos de guerra tuneados y audio (nana). 2006. Ver vídeo en el enlace a continuación:

Hasta no hace mucho, también aquí el poder recurría a la acción amenazante o punitiva para conseguir sus fines y que la gente se humillase: “si no obedeces te maltrataremos; haz lo que te digamos y podrás vivir en paz”. Los avances sociales han erradicado estos procedimientos de control ilegales, pero han generado otros nuevos, menos violentos y mucho más sutiles pero igual de crueles, que consiguen mejores resultados que las amenazas directas. El poder adapta sus formas de presión a las circunstancias. A vías tradicionales, como la guerra o la represión directa, se van uniendo metodologías indirectas a través de los canales de información, de acción no tan evidente y sin violencia ni elementos que causen alarma general, con las que además se obtienen resultados más efectivos y extendidos con un esfuerzo menor. Es la parte negativa de cuanto nos ha traído la sociedad de la información.

El trabajo de Miguel Soler (Sevilla, 1975) pretende provocar en el espectador una profunda reflexión sobre el control que el poder ejerce sobre la información que llega al ciudadano. Para manifestar sus ideas, el artista se vale por igual de la escultura, la instalación, la fotografía y el vídeo, medios difíciles de manejar que se apoyan en la tecnología y en la apropiación del espacio para sus montajes. En ellos los protagonistas son iconos contemporáneos como las armas o internet, descontextualizados y reciclados para gritar paradojas cargadas de sarcasmo descarnado mediante una dialéctica abierta, entre los iconos y los conceptos que representan.

Soler se vale de elementos bélicos, como cascos y pistolas que transforma en juguetes, para denunciar la banalidad con la que los medios de comunicación han tratado los conflictos armados. Nos han acostumbrado a ellos hasta que les hemos perdido el respeto. Así, según el artista, para los que manejan las armas la guerra es un juego, y la juegan como críos irresponsables que matan a sus muñecos cuando el capricho infantil se lo dicta. Desde otra lectura, para los que vemos el horror desde casa también puede ser como un juego, y podríamos sacar muchas lecturas más. Las guerras acaban pareciéndonos un entretenimiento lúdico. No importan los intereses que haya, sólo el conflicto en sí y la parafernalia que mueve. A base de haber sido banalizadas en los medios una y otra vez, les hemos perdido el respeto y hemos olvidado su auténtica magnitud. La conclusión a la que quieren llevarnos las representaciones bélicas de Soler nos hace reflexionar sobre cómo el mundo acomodado se desentiende de la guerra cuando no le toca de cerca. Nos reprocha nuestra indiferencia y nos conmina a reflexionar sobre nuestro punto de vista. Las obras de Miguel Soler nos evidencian que la auténtica guerra legítima que hay que librar se ubica en nuestro interior, para recuperar la humanidad y la compasión que se nos presupone como seres humanos, pero que ya parecemos haber perdido.

Bubbles politics

«Politics bubbles». Instalación, PVC y vinilo. 2008.

Por otro lado, como decíamos hablando de nuestro propio hogar, en los países occidentales ya no suele haber conflictos armados. En sociedades en paz el poder usa nuevos métodos más acordes a los nuevos tiempos. Moldea nuestras ideas a través del estilo de vida y los medios de comunicación, lanzando consignas e informaciones manipuladas continuamente para crear corrientes de opinión que le sean favorables. Miguel Soler reflexiona sobre el lenguaje que los partidos políticos y otras fuerzas de poder usan para llegar al pueblo y convencerlo, conformarlo o amedrentarlo, según les convenga. Un ejemplo es su obra Politics bubbles, desarrollada a partir de eslóganes políticos descontextualizados, impresos sobre bocadillos de cómic con distintas formas onomatopéyicas que incitan a distintas emociones. El mensaje del eslogan está vacío de ideología política, son frases hechas universales de cambio y fraternidad que usan por igual todos los partidos según conveniencia; es una herramienta, un truco fácil que les vale a todos para apelar a nuestra humanidad con manipulaciones, para hacernos vulnerables ante sus propósitos. Soler denuncia la gran farsa de los ideales políticos, las izquierdas y las derechas, que al final terminan gobernándonos igual. Al final, todos, tanto si nos quitan descaradamente la libertad como si en apariencia nos la dan, nos controlan y dominan a su voluntad sin que podamos hacer nada por evitarlo.

En nuestra sociedad, el control del poder a través de la información hace tiempo que define incluso estilos de vida que pugnan por alienarnos y volvernos dependientes de una serie de necesidades que nos han creado para manejarnos con más facilidad. Según el estilo occidental, existen unas bases para ser ciudadanos de primera, y si no las aceptamos -como hace la mayoría- terminaremos siendo marginados, outsiders, ciudadanos retrasados o incluso agitadores peligrosos enemigos del buen orden. Nos asustan con la idea de hacernos dejar de ser personas, quitarnos la dignidad y desprestigiarnos de cara a toda la comunidad. Ya no nos dominan con el miedo a las armas, ahora usan el miedo a la deshumanización y la marginación. Siempre el miedo, en última instancia siempre encontramos al miedo. Miguel Soler pretende tocarnos la fibra que haga salir nuestra valentía y nuestro inconformismo contra el abuso. Debemos rebelarnos y exigir una revolución social que acabe con los abusos pero, para empezar por el camino correcto, esa revolución debe surgir antes dentro de uno mismo. Hay que ser valiente y atreverse a buscar el cambio, a dar el paso esté quien esté delante, a no temer a preguntar porqués y a manifestar nuestro desacuerdo en libertad cuando nos lo dicte la moral.

5W & 1H &

«5W & 1H & ?». FotografÍa intervenida, troquelado y tinta. 2011.

Miguel Soler sabe que el cambio no es fácil para nadie tras toda una vida de lavado de cerebro, pero también sabe que no es imposible. Podemos cambiar de postura y conseguir la determinación a partir de estímulos tan poderosos como los que transmiten sus obras, observadas desde la honestidad moral con uno mismo. Puede ser el primer paso para replantearnos todo un sistema hipócrita que juega con nosotros como le apetece. De nuestra determinación dependerá la libertad que seamos capaces de sacrificar de cara a la sociedad, y de nuestra valentía se medirán las posibilidades para conseguir la libertad de la personalidad propia. Ser consciente de tanto problema, saber adaptarse y seguir siendo feliz no es fácil, pero hay que adaptar una filosofía activa para lograr el cambio.

Internet, la televisión digital, el aire acondicionado y los refrescos con gas de sabores exóticos son comodidades que pretendemos hacer pasar por elementos del progreso, pero no resultan suficientes para conseguir la justicia social. El marketing no debe dictar el modo de vida de nadie. No nos engañemos con tantas mejoras; aún con todas ellas, al mundo aún le queda mucho que mejorar, y gracias a artistas como Miguel Soler mantenemos presente un compromiso vital con la humanidad, tanto la externa como la personal.

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(c) Ángel M. Alcalá

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Más sobre sobre el artista Miguel Soler en http://www.miguelsoler.com/

in memoriam H. R. Giger (5 de febrero de 1940 – 12 de mayo de 2014)